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Nikko, la excursión desde Tokio que no hay que perderse/ Nikko, the getaway from Tokyo you can’t miss

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Ya hacía tiempo que no escribía por aquí sobre Japón, un viaje que me fascinó y que recomiendo sin dudar, especialmente ahora que el país ha pasado por una temporada difícil y necesita todo el apoyo de los viajeros. Dos amigos bloggers, La Próxima Parada y Las Aventuras del Cicerone, estarán esta Semana Santa por tierras niponas, así que aprovecho para volver virtualmente por allí con este post y dedicarles esta visita de una mañana a Nikko, ciudad que considero un imprescindible en todo viaje que se precie al país del sol naciente.

La ciudad de Nikko no es más que una pequeña población japonesa de las que hay a montones, aunque eso para mí ya es exótico: carteles en otro alfabeto, cableado al descubierto, curiosos comercios, apetecibles restaurantes y por supuesto viviendas. Pero es que además esta pequeña localidad está rodeada de bosques, por lo que es una excursión perfecta si partimos de Tokio y nos apetece escaparnos unas horas de la gran ciudad. Y por si esto fuera poco, aún no os he mencionado su gran atractivo: el conjunto de originales templos y santuarios que encontramos a las afueras de esta localidad y cuyos vivos colores y numerosos grabados, alguno de ellos mundialmente famoso, no te dejarán indiferente. Si habéis adquirido el Japan Rail Pass antes de llegar a Japón, perfecto, porque podréis utilizarlo para trasladaros a Nikko en tren. Una vez en la estación, no os resultará difícil encontrar la carretera 119, arteria principal de la ciudad.  Cuando lo hagáis, ya sólo queda subir por ella hasta llegar a Shin-Kyo, un precioso puente rojo, reconstrucción del original del siglo XVII. Este punto de conexión entre las dos orillas del río Daiya se eleva, según cuenta mi guía, en el punto exacto en el que el monje budista Shodo Shonin, que construyó la primera ermita del lugar en el siglo VIII, atravesó el río a lomos de dos serpientes gigantes… La excursión no empieza nada mal, ¿verdad?
Cruzado el puente, accedemos a la zona de santuarios y templos, entre ellos destacan Rinno-Ji,  fundado también por Shodo Shonin y Tosho-Gu. Nos paramos frente al primero para disfrutar del aroma de su incensario y nos adentramos en él para contemplar sus preciosas imágenes de dioses. ¡Son enormes!

Por su parte, Tosho-Gu, la atracción principal de Nikko, da medida del poder del último Shogunato de Japón, el de los Tokugawa, que se prolongó de 1603 a 1867, año en que se llevó a cabo la Restauración Meiji. En efecto, Tokugawa Iemitsu lo mandó construir en el siglo XVII, para albergar el mausoleo de su abuelo y fundador del shogunato, Tokugawa Ieyasu. Dicen que fueron necesarios dos años para construir santuario y mausoleo y que en el proyecto intervinieron 15.000 artesanos. Viendo el resultado, no nos asombramos ante estas cifras. El conjunto es espectacular, de impresionante grandiosidad, aunque al mismo tiempo en él se dedica especial atención a los más mínimos detalles. Tras atravesar un torii, tradicional puerta que señala la entrada a un monasterio sintoísta (os hablé de ella aquí), accedemos a un segundo torii flanqueado por reyes Deva, que da paso a una explanada amplia donde se distribuyen distintas edificaciones entre farolillos de piedra. Debéis fijaros en sus delicados grabados, sobre todo en los del establo, la primera edificación de la izquierda, en la que se encuentran los famosos tres monos que no oyen, no hablan y no ven y que han sido representados de todas las formas posibles por todo el mundo. 
Tras atravesar la explanada, llegamos a un sencillo torii en el que podemos observar el símbolo del Shogunato Tokugawa. Hay unas escaleras, más edificaciones, más escaleras y de nuevo otra puerta especialmente original por la riqueza de su decoración. Una vez atravesada esta última y tras dejar atrás otro espacio abierto con distintos edificios, caminando hacia la derecha, encontraréis una nueva puerta. Fijaos en ella, pues en la parte de atrás de la misma se esconde un grabado de madera, no tan famoso internacionalmente como el de los monos, pero sí muy visitado por los japoneses, el Nemuri-Neko o gato dormido. A partir de aquí, comienza un agradable paseo entre cedros gigantes con alguna que otra escalera empinada, hasta llegar al mausoleo de Tokugawa Ieyasu, que está también rodeado de vegetación. El espacio resulta sencillo y elegante y a mí me llaman la atención las esculturas (que no desentonarían junto a los personajes de Kung Fu Panda). No parece mal sitio para pasar la eternidad…

Con la llegada al mausoleo, termina esta visita a Nikko. Sin embargo, antes de marcharos, quizá os apetezca llevaros un recuerdo de vuestro paso por sus templos y santuarios. No sé si sabéis que en cada uno de los templos y santuarios de Japón es posible pedirle a un monje que te ponga en una de las páginas de un cuaderno que se vende especialmente al efecto, con tinta y en directo, el nombre del lugar, de la Divinidad, la fecha y unos sellos en lacre. Es una tradición que al parecer se remonta a los antiguos peregrinajes religiosos y Nikko puede ser un buen sitio para adquirir el cuaderno y empezar este acordeón de hojas llenas de caracteres japoneses en tinta negra y de sellos de color rojo. Yo así lo hice ;). A continuación os enseño un vídeo que grabamos en otro templo, en el que un monje rellena una de las hojas del cuaderno. Curioso, ¿verdad?
Ya de regreso a la estación, por la carretera 119, es posible que llegue la hora de comer. En ese caso, os recomiendo deteneros en Hippari Dako, un pequeño restaurante que se encuentra entre el puente Shin-Kyo y la estación. Sus paredes están cubiertas de mensajes dejados por los visitantes en cualquier papel: tarjetas de visita, billetes de tren o metro… Consta de una única sala, casi minúscula, con pequeñas mesas donde se recibe un trato familiar. Se trata de un lugar muy especial en el que puedes encontrar abuelillas japonesas pero que suelen visitar viajeros, de ahí la carta en inglés, que se agradece. En la misma yakitori (brochetas de pollo) y yaki-udon (tallarines fritos) caseros y riquísimos se llevan el protagonismo. El sitio definitivamente merece la pena y yo lo recuerdo con mucho cariño. ¡Cómo me arrepiento de no haber hecho fotos para enseñároslas ahora! Os dejo esta que he encontrado a través de Google, seguro que si buscáis, encontráis alguna más por la red ;).

Hippari Dako : Nikko, Japan / Japón
Bueno, pues ya habéis visto Nikko, os habéis hecho con un original recuerdo y tenéis el estómago lleno. ¡Estáis listos para volver al tren y seguir visitando Tokio por la tarde ;)!

Consejos prácticos

– Si tenéis el Japan Rail Pass el tren es la mejor opción para llegar a Nikko. Tardaréis algo más de una hora y media viajando en shinkansen de Tokio a Utsunomiya en la línea JR y luego en tren ordinario de Utsunomiya a Nikko. Creo que hay una manera más rápida de llegar, también en tren, sin usar la línea JR. Sin embargo, no está incluida en el Japan Rail Pass, así que si habéis decidido adquirirlo, como hicimos nosotros, esta última opción no os interesa.

– Finalmente, si os apetece echar un vistazo a todos los posts de Japón del blog, este es vuestro enlace.

¡Que tengáis una muy buena semana!

Nikko, la excursión desde Tokio que no hay que perderse/ Nikko, the getaway from Tokyo you can\’t miss



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